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Permanecer y prosperar

7 semillas para una gran cosecha

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Libro electrónico en español - febrero 2025

Introducción

Dios nos dio un principio importante en Su Palabra, el principio de sembrar y cosechar. Todo lo que siembres en tu vida y en tu corazón producirá una cosecha. Nuestro deber es asegurarnos de que lo que estamos sembrando sea lo que queremos cosechar en el futuro.

En este eBook, conocerás siete verdades importantes que necesitas plantar en tu corazón. Aprenderás cómo prosperar en todas las áreas de la vida, y no sólo a sobrevivir. ¡Dios tiene mucho más para ti y quiere ayudarte a lograrlo! Permite que Su amor incondicional y aceptación te traigan esperanza para un gran futuro.

Sembrar depende de ti

¿Estás listo para un pensamiento que te cambiará la vida? Dios creó el principio de la siembra y la cosecha, pero utilizarlo depende de ti. Eso puede sonar aterrador, pero la verdad es que ¡es emocionante!

Verás, después de poner en juego el principio de la siembra y la cosecha, Dios nos entregó toda la granja y nos dio la semilla, que es Su Palabra, para plantarla en la tierra de nuestros corazones. Sin embargo, también nos dio la libertad de elegir si la plantamos o no. Pero al otro lado de esa decisión hay una consecuencia. Por eso Pablo dijo en Gálatas 6:7 que siempre cosecharás lo que siembras. Es tu jardín, y tú decides lo que crece en él.

No se engañen ustedes: nadie puede burlarse de Dios. Lo que se siembra, se cosecha.
Gálatas 6:7 (DHH)

A medida que avanzamos por la vida, podemos ver qué semillas sembramos o dejamos crecer al observar lo que estamos cosechando. Por ejemplo, tal vez tienes dificultades para sentir la paz de Dios en tu corazón porque los últimos titulares de noticias tienen toda tu atención. Tu preocupación por lo que está sucediendo en el mundo en lugar de lo que está en la Palabra siembra semillas de inquietud, miedo o ira.

Así que, cada vez que descubras que algo indeseable crece en un área de tu vida, pregúntate: “¿Qué sembré para obtener esto?”

Si no te gusta lo que estás cosechando, entiende que no es culpa de Dios. Es tu corazón, y puedes cambiar lo que está creciendo en él, sembrando consistentemente semillas sanas y vivificantes que provienen de Su Palabra. Cuanto más lo hagas, más amarás lo que crece en tu jardín mientras cosechas la transformación. ¡Esa es la belleza de sembrar y cosechar!

Preguntas de reflexión

  1. ¿Hay alguna área de tu vida en la que estás recogiendo una cosecha que no te gusta? ¿Qué semillas crees que han contribuido a ello?
  2. Tómate unos minutos para pensar qué tipo de cosecha quieres ver en tu vida. ¿Qué semillas necesitas plantar hoy para que eso suceda?
  3. ¿Qué puedes hacer para que plantar la Palabra de Dios sea algo más constante en tu vida?

El amor de Dios es incondicional

Un día estaba en el hospital cuando llegó una madre con su hija adolescente que se había autolesionado. Mientras oraba en silencio por ellas, se me pasó por la cabeza que Dios nos ama por igual a mí, a esa adolescente herida y a esa madre con el corazón afligido. Él no tiene favoritos; nos ama a todos sin reserva alguna. Si hubiera podido estar treinta segundos con esa chica en apuros, le habría hecho saber que Dios la ama tanto como a mí, y que nada de lo que ella hiciera podría detener ese amor.

Es importante entender esto porque solemos medirnos por nuestro rendimiento. Tenemos una imagen en nuestra mente de lo que es ser un “buen” cristiano y calificamos cada día según nuestro nivel de amabilidad con nuestro cónyuge, hijos o compañeros de trabajo. Nos evaluamos a nosotros mismos de acuerdo a nuestro rendimiento, pero Dios no nos ama en función de lo bien o la manera imperfecta en que nos desenvolvemos en la vida.

Nosotros sabemos cuánto nos ama Dios y hemos puesto nuestra confianza en su amor.
1 Juan 4:16 (NTV)

Aunque nos beneficia plantar las semillas correctas en nuestros corazones, lo que sembramos y cosechamos no influye en cómo nos ve Dios ni en cuánto nos ama. Eso sería amor tóxico, y el amor de Dios hacia nosotros es puro, inmutable e incondicional.

Nuestro valor para Él no es una cuestión de desempeño. Y esa es una gran noticia porque todos caemos y cometemos errores. Hemos hablado con dureza a nuestros hijos, herido los sentimientos de alguien, o tomado decisiones equivocadas con una sustancia adictiva o una relación.

Sea cual sea la circunstancia, debes saber que el amor, el perdón y la gracia de Dios están disponibles para ti en abundancia, y nada de lo que hagas puede cambiar eso. ¡Confía en Su amor hoy!

Preguntas de reflexión

  1. ¿Alguna vez has sentido que tienes que ganarte el amor de Dios? ¿Cómo cambia tu mentalidad la verdad de que Su amor es incondicional?
  2. ¿Cómo puedes recordarte a diario que el amor de Dios no se basa en el desempeño, sino en Su gracia?
  3. ¿Cómo cambiarían tus relaciones si vieras a los demás como Dios te ve a ti, con amor incondicional?

Solo sigue el mapa

En medio de un tiempo oscuro, ¿te has preguntado si Dios realmente quiso decir lo que dijo en Jeremías 29:11?

Estoy seguro de que cuando Dios pronunció esta promesa sobre los israelitas en el exilio, ¡ellos se preguntaron lo mismo! Sin embargo, Dios fue fiel a Su Palabra, y esa promesa permanece sobre nosotros hoy. Sus planes para nosotros son siempre “para bien y no para mal”.

Después de todo, ¿qué padre amoroso hace planes para lastimar a sus hijos o para que fracasen? Dios no. Él es el mejor Padre que existe. Pero como cualquier padre cariñoso sabe, la realidad es que puedes trazar todos los planes que quieras para tus hijos. Sin embargo, para que esos planes se cumplan, tus hijos tienen que estar de acuerdo con ellos.

»Pues yo sé los planes que tengo para ustedes—dice el Señor—. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza.»
Jeremías 29:11 (NTV)

Tal vez estés pensando: “Oh, genial. He cometido tantos errores, que probablemente arruiné todos los planes que Dios tenía para mí”. Eso no es verdad.

No te preocupes si te desvías del camino y arruinas los planes que Dios tiene para ti. Él no se desorienta cuando tomamos una dirección equivocada o fallamos en el objetivo. Dios puede recalibrar Sus planes, como lo hace un GPS cuando te pierdes conduciendo en una ciudad nueva. Él reajustará Sus planes para ti tantas veces como sea necesario para que vuelvas al camino correcto.

El secreto para caminar en los buenos planes que Dios tiene para ti es entrar en el mapa de ruta que es Su Palabra. Lo seguirás de manera imperfecta, y eso está bien. Sólo continúa avanzando y Dios aún puede guiarte perfectamente hacia donde Él necesita que vayas.

Preguntas de reflexión

  1. Cuándo experimentaste un desvío en tu vida, ¿cómo viste la mano de Dios ayudándote a retomar el rumbo?
  2. ¿Alguna vez has sentido que arruinaste los planes de Dios para tu vida? ¿Cómo puedes confiar en Él para recalibrar tu camino?
  3. ¿Qué pasos puedes dar hoy para alinearte más de cerca con el plan que Dios tiene para ti?

Permanecer en el amor

Dios no exige obediencia a cambio de amor. Nos ama a pesar de todo. Tratar de obedecer para conseguir el amor de Dios nos lleva de vuelta a la religión, a esforzarnos por ser dignos. Afortunadamente, el Reino de Dios no funciona así (1 Juan 4:19).

»Si obedecen mis mandamientos, no se apartarán de mi amor, así como yo obedezco los mandamientos de mi Padre y su amor no se aparta de mí.»
Juan 15:10 (NBV)

Solía pensar erróneamente que este versículo se refería a: “Si obedeces perfectamente y no cometes errores, entonces Jesús te amará”. Desde entonces me di cuenta de que la obediencia a través del esfuerzo propio y permanecer en el amor son dos cosas diferentes. La verdad es que no obedecemos para ser amados o aceptados por Dios; es permanecer en Su amor lo que produce obediencia. En ese entonces, yo no entendía completamente lo que significaba “permanecer”.

La palabra griega que Juan usó para permanecer es menō, que significa “permanecer, quedarse o esperar”, según la Concordancia de Strong. Juan usó esta misma palabra para referirse a permanecer físicamente en algún lugar, como en Juan 1:38-39 cuando Jesús llamó a los primeros discípulos. De ese modo, menō implicaba algo más que quedarse o permanecer en algún lugar; incluía la idea de comunión continua, compañía o sentirse en casa con alguien.

Así que, al permanecer en una relación personal con Cristo y hacer que Él se sienta “en casa” en tu corazón, llegarás a conocer Su inmenso amor por ti y la increíble libertad que Él provee. Eso, naturalmente, producirá amor en ti—un deseo de guardar Sus mandamientos de amar a Dios, y amar a los demás.

Juan 15:10 no tiene nada que ver con que hagas algo para ganarte el amor de Dios. En cambio, ¡tiene todo que ver con hacer que Cristo se sienta en casa en tu vida para que prosperes y puedas amar a los demás como Él te ama a ti!

Preguntas de reflexión

  1. ¿Qué significa para ti “permanecer en el amor de Dios”?
  2. ¿Cómo se compara el tratar de ganarse el amor de Dios a través de la obediencia con simplemente descansar en Su amor y dejar que eso produzca obediencia de manera natural?
  3. ¿De qué maneras específicas puedes invitar a Dios a establecer un hogar en tu corazón y en tu vida hoy?

Conoce cómo te ve Dios

¿Cuántas personas salen de casa en traje de cumpleaños para pasear al perro? ¿O se ponen el sombrero, se suben desnudos al automóvil y se van a trabajar? ¡Espero que nadie! Sin embargo, ¿cuántos de nosotros vivimos así en lo que se refiere a nuestra vida espiritual? Nos ponemos el casco de la salvación y luego dejamos el resto de la armadura que Dios nos ha dado colgada en el armario. Llegamos a la parte bíblica de “soy salvo y voy al cielo” y nos detenemos ahí.

Con frecuencia, esto se debe a que estamos conscientes del pecado. En el momento en que fallamos, nos sentimos culpables al acercarnos a la Palabra y no bienvenidos en nuestra relación con Dios. Desafortunadamente, las personas que piensan que son constantemente juzgadas o condenadas en una relación tienden a apartarse y evitarla.

Así que a los que están unidos a Jesucristo ya no les espera ninguna condenación,
Romanos 8:1 (NBV)

Debemos dejar de ser conscientes del pecado y pasar a ser conscientes de Dios y de cómo Él nos ve. Por eso es crucial que nos pongamos la armadura que se encuentra en Efesios 6:13-17.

Por ejemplo, la coraza de justicia. Romanos 5:1 (NLT) dice: “Por lo tanto, ya que fuimos hechos justos a los ojos de Dios por medio de la fe, tenemos paz con Dios gracias a lo que Jesucristo nuestro Señor hizo por nosotros”. Meditando y creyendo en ese solo versículo te pones la coraza de la justicia, el cinturón de la verdad y el calzado de la paz, ¡todo de un solo golpe!

Como creyente, no necesitas tener miedo de la presencia de Dios. A Sus ojos, eres Su hijo precioso (Juan 1:12), completamente perdonado y ciudadano de Su Reino (Colosenses 1:13-14). Cuanto más te pongas la armadura que Dios te dio, más te protegerá de las mentiras del enemigo.

Preguntas de reflexión

  1. ¿Te consideras más consciente del pecado o más consciente de Dios en tu vida? ¿Cómo afecta cada una de esas mentalidades tu relación con Dios?
  2. ¿De qué manera el ponerte la armadura completa de Dios cambia la forma en que enfrentas los desafíos diarios y las batallas espirituales?
  3. ¿Qué mentiras del enemigo has creído que te hacen alejarte de Dios? ¿Cómo al abrazar tu identidad en Cristo puedes liberarte de ellas?

Ponte la armadura

¿Cuándo es el mejor momento para ponerse la armadura si te diriges a la batalla? ¿Cuándo vuelan las balas y estás en medio de ella?

No, ¡porque no te la pondrías a tiempo para defenderte! Evidentemente, lo más sensato es estar preparado antes de que surja la necesidad.

Imagínate a alguien caminando por las praderas canadienses en pleno invierno con un abrigo colgado del brazo. Lo más probable es que digas: “¿En qué estás pensando? Está helando y tienes un abrigo. ¡Póntelo!”

Es posible que sacudamos la cabeza ante la idea de que alguien no utilice los medios que tiene para protegerse de lesiones o de la muerte. Sin embargo, ¿cuántos de nosotros vivimos así cuando se trata de la armadura que Dios pone a nuestra disposición? Dios nos dio acceso total a todo el equipo de batalla que necesitamos para la vida, pero debemos ponérnoslo. Sólo así podremos protegernos.

Por ello, vístanse de toda la armadura de Dios para que puedan resistir en el día malo y así, al terminar la batalla, estén todavía en pie.
Efesios 6:13 (NBV)

Ahora bien, no se trata solo leer la Palabra para armar nuestros corazones. Tiene que ver con estudiar los preceptos de Dios como la verdad, la justicia, la paz, la fe y la salvación, y permitir que tengan un impacto en nuestro sistema de creencias. Es plantar la Palabra de Dios en tu corazón para que esté disponible para la cosecha en la temporada que la necesites. Después de todo, el principio de sembrar y cosechar siempre está en acción.

Preguntas de reflexión

  1. ¿Qué parte de la armadura de Dios podrías añadir hoy al arsenal de tu corazón?
  2. ¿Cómo puedes prepararte mejor espiritualmente antes de que surjan los desafíos, en lugar de esperar hasta que estés en medio de la batalla?
  3. ¿Cómo puedes usar el principio de sembrar y cosechar para ponerte la armadura de Dios?

Pasa tiempo con Dios

Las relaciones significativas se construyen a partir de los mismos ingredientes: amor, confianza y tiempo de calidad. Piensa que una relación sólo puede crecer en la medida en que estén presentes estos tres factores. Cualquier relación que carezca de uno de ellos tendrá dificultades constantes para prosperar. Lo mismo ocurre con nuestra relación con Dios.

Necesitas pasar tiempo con Él para crecer y experimentar una relación sana. Cuanto más lo hagas, más se desarrollará tu relación en una conexión rica y satisfactoria. Pero aquí es donde algunas personas tienen dificultades. Es posible que nos sintamos incómodos pasando tiempo con Dios porque no nos damos cuenta de que Él nos acepta tal y como somos, nos ama y realmente disfruta de nuestra presencia independientemente de si hemos cometido errores o no.

Si esto te ha estado frenando, debes saber que gracias a Jesús, Dios está en paz contigo (Romanos 5:1). Nada queda sin resolver entre tú y Él. Por eso el Evangelio trae tanta libertad.

Hoy, tal vez estés atormentado por un persistente sentimiento de culpa por algo que hiciste o dejaste de hacer. En cualquier caso, déjalo ir y acude a Dios. Después de todo, ¡Jesús fue a la cruz por Su gran amor por ti!

Nosotros amamos porque él nos amó primero.
1 Juan 4:19 (DHH)

Él te ama tanto si eres un delincuente reincidente como si eres el mejor ciudadano. De hecho, no conoces a una sola persona en este planeta de la que Dios no esté profundamente enamorado. Él está esperando pacientemente a que vengas a Él. Él quiere que conozcas y experimentes Su amor porque te dará el impulso que necesitas y transformará por completo tu vida. ¿Le darás esa oportunidad?

Preguntas de reflexión

  1. ¿Alguna vez te has sentido indigno del amor de Dios por errores del pasado? ¿Cómo cambia ese sentimiento el comprender Su aceptación incondicional?
  2. ¿Qué barreras (como la culpa o la vergüenza) te impiden experimentar una relación más profunda con Dios, y cómo puedes liberarte de ellas?
  3. ¿Cómo puedes dar prioridad a pasar más tiempo de calidad con Dios para que tu conexión con Él sea más profunda?

Conclusión

Dios te ha dado las llaves de una vida llena de esperanza, paz y propósito.

Repasemos las siete semillas que puedes sembrar hoy, para prosperar en lugar de simplemente sobrevivir:

  • Capítulo 1: Sembrar depende de ti. Todo lo que siembres en tu vida y en tu corazón tendrá una cosecha. Asegúrate de que sea la cosecha que deseas.
  • Capítulo 2: El amor de Dios es incondicional. El amor de Dios no se basa en el rendimiento. No hay nada que puedas hacer para que Dios te ame más de lo que ya te ama.
  • Capítulo 3: Solo sigue el mapa. No importa cuántas veces te desvíes del camino, Dios puede recalibrarte y llevarte de vuelta al plan que tiene para ti.
  • Capítulo 4: Permanece en el amor. No obedecemos para ser amados o aceptados por Dios; es permanecer en Su amor lo que produce obediencia.
  • Capítulo 5: Conoce cómo te ve Dios. Mantente consciente de Dios y no del pecado en todo lo que haces. Guarda la imagen que Él tiene de ti en tu corazón.
  • Capítulo 6: Ponte la armadura. Dios te dio acceso completo a todo el equipo de batalla que necesitas para la vida, ¡pero debes ponértelo!
  • Capítulo 7: Pasa tiempo con Dios. Para construir una relación fuerte se necesita pasar tiempo genuino con la otra persona. ¡Lo mismo ocurre con tu relación con Dios!

El amor de Dios no se basa en la perfección ni depende de lo bien que te desempeñes, es incondicional. No importa dónde hayas estado o cuántas veces hayas tropezado, Su gracia siempre está disponible. Trabaja con Él, permanece en Su amor y planta semillas hoy, para que obtengas una increíble cosecha en el futuro.

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